Un clásico para todos los públicos
La primera vez que leí El Principito no entendí nada, o muy poco: las aventuras de un niño que viaja por un universo repleto de personajes y planetas, a cuál más inverosímil. Debería rondar los diez años y, no recuerdo si un maestro o alguien de la familia, consideró que era una lectura recomendada para mí.
La segunda vez que cayó en mis manos el libro de Saint-Exupéry, me costó releerlo. Pensar en aquella criatura preguntona, impertinente en muchas ocasiones, se me hacía cuesta arriba. Pero siendo una amante de la lectura y considerado una obra maestra de la literatura universal, tenía que darle una segunda oportunidad. Había entrado en la adolescencia y, sin acabar de comprender del todo qué leía, me di cuenta de que no se trataba de un cuento infantil, como podía parecer por la narración o las ilustraciones. Cada uno de los capítulos planteaba una reflexión, a veces filosófica, otras política. Y en ese momento yo no estaba para plantearme qué sucedía más allá de mis emociones ni de mi habitación.
Fue con veinte años cuando me enamoré de El principito. Cuando entendí que era yo. Esa criatura protagonista de la historia era yo misma, buscando mi lugar en el mundo, mi rosa sin espinas, mis amistades, mis ídolos. Era yo cuando me sentía sola, cuando me enamoraba o me entristecía. Había empezado la licenciatura de comunicación para ser redactora publicitaria y, por encima de todo, me fascinaron sus frases. Todas aquellas palabras que en dos ocasiones habían escapado de mi interés, de repente se convertían en eslóganes de mi día a día: “caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos” o “lo hermoso del desierto es que en cualquier parte esconde un pozo”.
Con el tiempo descubrí que mi experiencia con El principito no era única. Pude hablar con varias personas que les cayó el texto en las manos a una edad muy temprana y no lo entendieron. Por eso aplaudo la iniciativa de Àngel Llàcer, Marc Artigau y Manu Guix de versionar la historia de una manera muy sencilla, en la que grandes y pequeños puedan disfrutar juntos de volver a revivirla o de descubrirla por primera vez.
Con el musical de El Petit Príncep compartimos la historia con quienes la conocen y la aman, al mismo tiempo que la explicamos a quien no la ha oído nunca.
Àngel Llàcer, director
El Petit Príncep es una producción musical con preciosas canciones alejadas del universo Disney, cantadas en riguroso directo y escritas y compuestas para la ocasión por Artigau y Guix. Unas canciones que, después de seis temporadas en cartel, es fácil haberlas oído e incluso tatarearlas. En mi caso, me las enseñaron mis alumnos de la extraescolar de baile, que se las sabían de pe a pa e insistían en coreografiarlas para fin de curso. (Al empezar las clases, siempre les pregunto por sus canciones favoritas y las bailamos en una exhibición delante de las familias. Estos dos últimos años, en su top ten han incluido la popular Vaig aprendre al lado de los hits de Álvaro Soler, Rosalía o Imagine Dragons).
El montaje cuenta con imágenes de vídeo mapping, personajes virtuales que interactúan con los actores en el escenario y un sonido envolvente 360º. El espectador puede oír desde cualquier lugar de la sala los efectos sonoros, como un sistema Dolby Surround. Un principito en versión 5.0, en palabras de Guix. Si, además, lo llevan a escena intérpretes tan jóvenes, carismáticos y con voces angelicales como Júlia Bonjoch, Diana Roig o Enric Cambray, esta versión tan sencilla y emocionante acaba por hacerse enormemente mágica.
El musical d’El Petit Príncep se ha convertido en un clásico navideño de los escenarios barceloneses y de muchas familias que lo disfrutan año tras año. Este diciembre se verá la séptima temporada en el BARTS, con Manu Guix en la piel del mítico aviador. Sólo un deseo: que el virus del COVID19 nos permita volver a verlo. Porque ahora, más que nunca, necesitamos que el optimismo y la magia d’El Petit Príncep inunde nuestros corazones y nos permita florecer ese niño que todos llevamos dentro.
Las canciones d’El Petit Príncep van dirigidas a un público intergeneracional, tanto a los niños de 10, como a los niños de 30, 40 o 50 años.
Manu Guix, compositor y director musical
Con un libro tan especial como El Principito el músical debe ser maravilloso para ver con la familia! Esperemos como comentas que el covid nos lo permita
Esperemos que sí, que pronto se permita la reobertura de teatros y espacios culturales, son tan necesarios en estos momentos. GRACIAS por leerme, Albert! Y por todo lo demás, también.