«Los sueños se pueden hacer realidad, siempre y cuando haya salud»
TAMBÉ POTS ESCOLTAR L’ENTREVISTA A RÀDIO SILENCI (24/12/2022)
Ser amante desde bien pequeña de un género que sigues, has recibido formación y trabajas, hace que vayas adquiriendo poco a poco una mirada crítica, una intuición o una sensibilidad especial para intuir dónde hay talento y proyección de futuro. Sin ánimo de ser arrogante, el día que vi Danny i Roberta supe claramente que Anna Moliner tenía un largo camino por delante. Me había enamorado su voz en Boscos Endins, de Dagoll Dagom, pero no dejaba de ser un papel a medida para una actriz muy joven, de rostro angelical y mirada inocente. En cambio, en aquel montaje de Danny i Roberta en el Versus Teatre, escribiendo la crítica del espectáculo, descubrí gran derroche de talento y cuánto podía ofrecer aquella actriz que parecía tan dulce físicamente y tenía aquella garra en su interior.
Anna Moliner nació en Badalona en 1984. Era bien pequeña cuando vió la película La Historia Interminable y pensó “no quiero dejar nunca de jugar y vivir en mundos de fantasía”. Más adelante, en La Gaviota, de Antón Chéjov, leyó una frase con la que se se sintió totalmente identificada: “cuando pienso en mi vocación, la vida no me asusta”. Una cosa y otra hacen comprender a Anna que quiere ser actriz. Bailaba jazz, claqué y contemporáneo, además de estudiar música y tocar la guitarra. En su familia no había nadie vinculado al mundo teatral, pero su padre era un auténtico melómano, seguidor de Paul McCartney y Neil Young, e inculcó a sus dos hijas su amor por la música hasta el punto que han hecho profesión: Anna es actriz de musicales y Núria, cantante y compositora del grupo Intana.
A pesar de tener clara su vocación de actriz, Anna era buena estudiante y, como toda familia cuando hay un miembro que quiere ser artista, le aconsejaron estudiar una carrera “por si”. Así que se decidió por Comunicación Audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra, aunque nunca ha ejercido de periodista. En 2004 empezó a trabajar para Dagoll Dagom en Mar i Cel (Premio Gran Vía Mejor Actriz Revelación 2006), compañía con la que participó en la serie televisiva La Sagrada Família, el musical Aloma y encarnó a Caperucita Roja en Boscos endins (Premio Butaca como Mejor Actriz de Musical).
Es difícil que te den oportunidades para explorar otros registros, aunque tú sepas que puedes hacerlo.
En 2009 entró en la compañía T6 del Teatro Nacional de Catalunya, donde recibió una intensa formación en teatro de texto, representando diez montajes en sólo cuatro temporadas. Le siguieron montajes como Liceistes i Cruzados, You say tomato, Infàmia (con la que ganó el Premio de la Crítica como mejor actriz de reparto) o Els Jocs Florals de Canprosa (también galardonada con el Premio de la Crítica y Premio Butaca). Sus últimos papeles sobre las tablas han sido en Madrid, en Mrs Dalloway al lado de Carmen Portillo o como protagonista de El vergonzoso en el Palacio, de Tirso de Molina, bajo la dirección de Natalia Menéndez.
En la pequeña pantalla debutó en el Club Super 3 con apariciones puntuales como la cerdita Tru. A pesar de ser las tablas su templo de devoción, ante las cámaras también demuestra su gran talento en las series Días de Navidad, Tiempos de Guerra, Las Chicas del Cable, La Catedral del Mar o Hache.
Si es cierto que Anna se dedica a la interpretación, cabe destacar que la música es otra de las artes que dan sentido a su vida. Además de su mencionada relación con los musicales, su marido es cantante de música clásica. Y, por si fuera poco, hace diez años grabó Scents, un disco de canciones en inglés, que ella compuso e interpreta.
Hoy la entrevistamos en enescena.net y disfrutamos de su sonrisa y simpatía, una dosis de alegría muy gratificante en tiempos de pandemia.
Buenas tardes, Anna, encantada de reencontrarme contigo en persona después de 11 años… ¡Cómo pasa el tiempo! A finales del 2009 encarnaste a Roberta en la obra homónima Danny i Roberta en el Versus Teatre. Para entonces, yo escribía críticas teatrales y, bueno, si me has concedido esta entrevista es porque no leíste mi crítica (risas).
Seguro que fue buena (risas). Me hace especial ilusión que empecemos la entrevista hablando de este trabajo. Significó mucho para mí. Además la representamos en el Versus, que es una sala pequeña, y poca gente la vió. Fue muy arriesgado para mí: era un papel que no tenía ni idea de cómo hacer. Por eso me gusta que la recuerdes.
No te asustes… Literalmente escribí: «resulta impactante ver como la inocencia de Anna Moliner se transforma en amargura desde la primera escena. Acostumbrados a sus papeles de niña traviesa (Tru en el Club Super 3 o caperucita roja de Into the woods), Moliner adquiere una madurez escénica más que necesaria para introducirse en la piel de Roberta». Y tenía razón: empezaba a madurar una actriz con mucha proyección, ¡mírate ahora!
Me emocionan mucho tus palabras… ¡Te doy las gracias 11 años después! Precisamente este personaje nació de la necesidad de explorar otros registros. Yo era muy joven y me había dado a conocer con papeles más cómicos o de musical. Tenía unas ganas enormes de trabajar en algo de más madurez.
¿Qué queda de aquella Anna? Porque, aún el paso del tiempo, yo veo esa inocencia en tu mirada.
Es mi esencia, en realidad. Para mí es importante tener un abanico de personajes como actriz. Aspiro que este trabajo pueda hacerlo toda la vida con todos los registros posibles. Que pueda ser todas las mujeres que están en mí. Explicar historias y llegar a la gente a través de distintas caras. No quiero quedarme en un registro que ya sé hacer: quiero tener retos y hacer cosas que desconozco. Lo bonito de un trabajo artístico es aprender contínuamente e interpretar personajes que te supongan estar en zonas de desconfort, siempre sabiendo quién eres y qué puedes ofrecer. No descarto hacer papeles más inocentes y risueños, pero conviviendo con mil formas y colores. Lo difícil es que te den oportunidades para explorar otros registros, aunque tú sepas que puedes hacerlo.
Empezaste pisando las tablas, pero ahora te has centrado más en trabajar ante la cámara. ¿Prefieres el teatro o la televisión?
Es la pregunta del millón. Y no la puedo responder, la verdad. Sí que puedo decirte que para mí el teatro es como el templo, es el lugar donde he aprendido el oficio y no puedo imaginarme mi vida sin teatro. Pero como he tenido la suerte de pisar muchas tablas, hace años que tenía ganas de aprender y hacer otras cosas, como decíamos antes. Por eso, los últimos cinco años he trabajado más en el ámbito audiovisual y me encanta. Soy feliz con esta manera absolutamente diferente de trabajar y por eso mismo, quiero seguir explorándola. Pero no puedo elegir: ¡ojalá pueda seguir haciendo las dos cosas durante muchos años!
Estoy convencida de que con el tiempo esta situación va a revertirse y el espectador va a tener más ganas que nunca de consumir cultura en directo.
Son tiempos difíciles para la cultura, pero te he “leído” decir que “las crisis son buenas para crecer y aprender”. ¿Veremos crecer la cultura tras la pandemia? A priori, parece lo contrario, y más en concreto por lo que respecta a las artes escénicas.
Estoy muy preocupada, la verdad. Ha quedado todo «muy tocado», los espectáculos en vivo sobretodo: 50% las salas, teatros cerrados por todo el mundo, en Catalunya colgamos de un hilo… Yo tuve la suerte de poder estrenar un clásico de Tirso de Molina, pero ha sido un sinvivir: cada día ibas al teatro sin saber qué iba a pasar al día siguiente. La teníamos que estrenar en mayo y finalmente la presentamos en octubre. Al final, ese sufrir valió la pena al ver que el público se reía a través de la mascarilla. Estoy convencida de que con el tiempo esta situación va a revertirse y el espectador va a tener más ganas que nunca de consumir cultura en directo. Va a ser como respirar otra vez. Necesitamos la cultura en nuestras vidas.
En tiempos de pandemia, el concepto “scents”, que da título a tu disco, es muy significativo. Diría aún más: curativo. Aquel olor pasado de los bonitos recuerdos, de otros tiempos. Alegría, optimismo… está claro que necesitamos un segundo Scents. ¿Compusiste durante el confinamiento? ¿Podremos tener pronto un disco nuevo de Anna Moliner?
Me estás diciendo cosas muy bonitas, gracias por acordarte también de mi disco. Cada vez tengo más claro que va a haber Scents 2. Al principio, cuando lo saqué, sentía la presión de lanzar otro y esa presión me agobió, la verdad. Compuse canciones y me adentré en esta aventura porque amo la música y es una herramienta que tengo como actriz. Pero nunca pretendí ser cantante. Pasé una temporada estraña en la que yo misma me planteaba cómo compaginarlo todo. Ahora estoy mucho más tranquila y pienso quizás en hacer un disco cada diez años, ¿quién sabe? Durante el confinamiento sí, empecé a componer de nuevo. Para mí, ha sido clave descubrir cómo coger el piano o la guitarra era fundamental y, de repente, dejé de hacerlo.
¿Cómo vivió Anna el encierro obligado? Tu madre es enfermera, ¿estaba en primera línea?
No podía porque se dedica a otra especialidad. Es enfermera de salud mental y tiene mucho trabajo. Pero lo pensamos y hablamos mucho sobre ello, viviéndolo con sus compañeros. Por mi parte, recordaré siempre que el 12 de marzo me acababa de instalar en Madrid para ensayar la obra de Tirso de Molina y, de un día para otro, cierran todo. Ante esta incertidumbre y la cancelación de la obra por parte del teatro, decidí volver a casa, en Barcelona.
La interpretación es una carrera de fondo y lo importante es que haya movimiento y que un trabajo te traiga otro que te lleve a aprender y crecer a cada paso.
¿Qué proyectos tienes entre manos en la actualidad?
Te voy a contar que, dentro de la crisis que hay, tengo trabajo de calidad y nuevos proyectos en el horizonte. Con esto ya me siento feliz y muy afortunada. Pero no te puedo concretar porque son cosas que están en el aire. Dentro de un tiempo, volvemos a hablar y te sigo contando, ¿te parece? No obstante, he pasado momentos difíciles este año, montajes que han caído a causa de la pandemia e incluso tuve que anular un rodaje para representar el clásico en Madrid porque se movió el calendario y coincidía todo. Con lo complicado que es nuestro trabajo, cuando sale algo tener que decir que no es realmente frustrante. Sólo te avanzaré que estoy rodando una pequeña colaboración en televisión y, para la temporada que viene, es posible que tenga un proyecto de teatro muy chulo.
Sé que el cine es tu cuenta pendiente, ¿podría ser un buen momento con el auge de las plataformas y el consumo en streaming?
Ojalá. Estamos en un momento privilegiado para este sector. Las plataformas están cambiando la manera de producir cine y televisión y de llegar al espectador. Me encantaría que me salieran oportunidades relacionadas con el cine. Tengo la idea romántica de poder estrenar en pantalla grande… ¡ya vendrá! A veces veo películas protagonizadas por actores de edad avanzada y entonces pienso que todavía hay tiempo. Mi profesión es una carrera de fondo y lo importante es que haya movimiento y un trabajo te lleve a otro que te lleve a aprender y crecer a cada paso.
Para despedirnos, me gustaría que formularas tu deseo artísticamente hablando para el 2021.
Que valoremos más la cultura y pueda haber trabajo para todos. Y, aunque suene tópico, la salud es lo más importante. Yo siempre lo he tenido muy presente, ya que trabajo con la voz y el cuerpo y eso implica tener una salud maravillosa, tanto física como mental. Los sueños se pueden hacer realidad, siempre y cuando haya salud. Que la pandemia nos enseñe que la salud es primordial.
He de ser sincera cuando digo que Anna Moliner «me sonaba» de alguna intervención televisiva. Me ha sorprendido su naturalidad, su facilidad para responder las preguntas de Lorena y el encadenamiento que hace de las diferentes etapas de su vida como artista. Enhorabuena por las intervenciones de ambas. Se nota que la entrevista ha estado trabajada y se ha investigado con anterioridad. Naturalidad, espontaneidad, conexión, buen ambiente…que no pasen otros once años, por favor.
¡Esperemos que no! Muchas gracias por leerme, Emi, qué bueno que hayas disfrutado de la entrevista.