«Hace falta hacer teatro. Es alimento para el alma y salud mental»
No me considero una persona feminista, como militante y seguidora de las teorías feministas. Pero sí creo en el poder de las mujeres por naturaleza, en la necesidad de apoyarnos las unas a las otras, de impulsarnos en nuestras carreras profesionales y dejar atrás esas suspicacias que no nos alientan a seguir adelante. Por eso, hoy me siento especialmente feliz por publicar la primera entrevista a una actriz tan preciosa como Alicia González Laá. Preciosa por fuera, pero mucho más por dentro. Preciosa por su trayectoria y por su energía, su manera de expresarse, su mirada llena de luz y expresividad.
Alicia nació en Madrid, pero desde pequeña vivió y creció en Barcelona. Uno de sus juegos favoritos de infancia era inventarse historias con su hermana mayor Sílvia. Hoy, una actriz y la otra guionista, siguen “jugando” en películas en las que una escribe y la otra interpreta, con tal éxito que Alicia ha recibido el Premio como Mejor Actriz en diversos festivales de cortometrajes por Estar aquí, de su hermana Sílvia González Laá.
Ser actriz fue una de las pocas cosas que Alicia tuvo claro en la vida. No obstante, empezó estudiando la carrera de Humanidades para tener un plan B si no lograba hacerse un hueco en el mundo de la interpretación. Empezó haciendo anuncios publicitarios, mientras se formaba en el Institut del Teatre, el Col·legi del Teatre y el Estudio Nancy Tuñón. También estudió durante un año en Estados Unidos y cursó el programa de Tècnica Meisner de Javier Galitó-Cava, con Mathew Graham Smith y Rachel Adler.
Tras su formación, pronto empieza a trabajar en teatro y televisión. Sobre las tablas, ha participado en más de una treintena de obras, interpretando textos de Tennesse Williams, Ibsen, Txeckov, Federico García Lorca o Harold Pinter. Ha trabajado bajo la dirección de grandes de nuestra escena, como Xavier Albertí, Xiscu Masó, Toni Casares, Ever Blanchet o Albert Tola, con quien ganó el Premio a la Mejor Actriz en la Mostra de Teatre de Barcelona por su obra Salento.
En televisión la hemos visto en diferentes series de éxito nacional, por ejemplo, Los Protegidos (de Antena3), Los Misterios de Laura (en TVE) y Hospital Central (de Tele5). También ha actuado para la BBC en Viva S-Club, de habla inglesa. En TV3 destacan sus papeles en 13 anys i un dia, Vent del Pla, Temps de Silenci, Nissaga de Poder y en la actual telenovela de mediodía Com si fos ahir.
En la gran pantalla, podemos verla en numerosos cortometrajes y en los largometrajes El Dominio de los Sentidos, Cabell d’àngel o Hidden Camera.
Y ahora, podemos volver a verla en el teatro con Los monólogos de la vagina en la recién inaugurada Sala Aquarella. Por fin, después de la anulación en el Teatre Capitol, donde se estrenó el 20 de febrero y debía hacer temporada hasta junio, y por fin a causa de los incontables aplazamientos debido a las restricciones del sector cultual motivados por la pandemia. Déjense caer por la Sala Aquarella y se sorprenderán con la simpatía de Alicia González Laá, su naturalidad, sus improvisaciones y escenas más íntimas. Reivindicación con toques de humor, experiencias personales y mucha mucha autenticidad. Tal y como es Alicia González Laá.
Buenas tardes y muchas gracias por ser la primera “vagina” que entrevisto para mi blog. Un placer más allá del sexual. Lo especifico porque seguro que no todo el mundo lo habrá entendido, imagino que os pasa lo mismo a las tres intérpretes de Los monólogos de la vagina que, con este título y haciendo servir este concepto, muchas personas creerán que es una obra de índole sexual feminista.
Sobretodo nos preguntan si se trata de una obra picante o es todo el rato comedia. Tiene muchas dosis de humor y pretende hacer pasar un buen rato, pero también reivindica la situación de las vaginas todavía hoy en día en una sociedad muy patriarcal.
La franja de edad, tipos y cantidad de papeles es muy distinto entre hombres y mujeres.
Vagina: poderosa palabra. La primera que se pronuncia en la obra, por ti misma, y que abre el espectáculo. ¿Cómo vivisteis el público durante las primeras funciones? ¿Aún nos escandalizamos al oír esa palabra en pleno siglo XXI?
Tengo que remontarme a un pasado lejano con esto de la pandemia… ¡Parece que haya pasado tanto! Por eso teníamos tantas ganas de volver, porque se interrumpió justo cuando estábamos en el auge de las representaciones. El texto se escribió hace 20 años, pero está muy vigente hoy día. Desde entonces, se han hecho muchos avances, pero aún cuesta mencionar la palabra «vagina». Al principio de empezar los ensayos, nos costaba a nosotras mismas decir el título de la obra. Es una palabra silenciada históricamente y se ha quedado con una mala connotación. La etimología de la palabra viene del latín vaina, una funda para guardar la espada, muy falocéntrica: seguro que la palabra debió inventarla un hombre (risas). Me hubiera gustado explicarlo en la obra, pero al final no lo hemos incluído. Sí que reivindicamos con mucho humor las diferencias entre palabras como «coño» o «cojones»: ¿por qué ser un coñazo es negativo y en cambio ser «cojonudo» es positivo? Yo ahora me he puesto muy militante en mi vida particular y digo: «esto es coñonudo».
La vagina entonces es más allá de una parte del cuerpo de la mujer en la obra de Ensler. Pero dime, en la vida real, ¿crees que tener vagina o penis es importante en el mundo de la interpretación? Me refiero a que ¿hay igualdad de oportunidades laborales?
Si fuéramos rigurosos, hablaríamos de una parte del cuerpo de la mujer. No obstante, hablamos de vagina como un concepto más amplio, casi político. Y como en todos los ámbitos, en el interpretativo no hay igualdad de condiciones. Empezando por lo más obvio: el estereotipo de belleza. Las mujeres tenemos más presión, estamos más condicionadas. En la serie en la que participo ahora, nos citan una hora y media antes para maquillarnos, mientras que los hombres en un momento están listos. Vale que queremos salir guapas, pero ¿es necesario estar sometidas a estos cánones de belleza en los que tenemos que salir tan diferentes a cómo somos naturalmente? La franja de edad, tipos y cantidad de papeles también es muy distinto entre hombres y mujeres. No ser capaces de envejecer es síntoma de que pasa algo en esta sociedad.
Barcelona necesita más teatros. Hay mucho teatro por hacer: necesitamos salas.
La obra se estrenó el 20 de febrero en el desaparecido Club Capitol. Qué bonito recuerdo y al mismo tiempo nostálgico ser de las últimas personas en pisar el escenario del emblemático teatro de las Ramblas.
Yo no había actuado antes en el Capitol. Me siento súper afortunada de haber trabajado en un lugar tan emblemático. ¡Qué pena que cierre un teatro! Pero ahora abrimos uno nuevo. Es una ilusión muy grande inaugurar un lugar que esperamos que vaya bien. Barcelona necesita más teatros. Hay mucho teatro por hacer: necesitamos salas.
¡Y qué frustrante tener que suspender la temporada prevista a causa de la pandemia! ¿Cómo viviste la anulación y este periodo de confinamiento en casa?
Fue una mezcla de emociones muy bestia. No es que no se viniera anunciando, llevábamos unas semanas que veíamos que podría pasar. En Italia habían cerrado los teatros. Pero cuando pasó, lo vivimos en shock. El día 11 de marzo, miércoles, hicimos la función y ya se oían rumores. Antes de salir a escena recibimos un mensaje que nos convocaban a una reunión al finalizar. Pero estaba yendo tan bien, con el público levantado de la butaca, que no nos parecía posible… Así que dejamos todo en el camerino para volver al día siguiente. Y sí pasó. Meses más tarde nos llamaron para recoger las cosas antes del cierre definitivo del local. Fue en junio, íbamos a cerrarlo con Los monólogos de la vagina… Pero al Capitol lo cerró el COVID, no nosotras.
Si ya erais un pack cuando estrenasteis con Aina Quiñones y Meritxell Huertas, ahora que sois un grupo burbuja, supongo que habéis estrechado aún más la relación tanto laboral como personal.
Nos hemos bautizado como las «chochet bubble» (las burbujitas coñete). Cuando nos encontramos teníamos unas ganas de abrazarnos… En esta sala nueva, es como si todo volviera. Es un momento muy desconcertante y incierto para todos. Aún no nos lo acabamos de creer pero sí: ¡estrenamos ya! Nos hemos propuesto actuar donde sea. Estas aventuras en tan poco tiempo nos ha unido como una hermandad. Nos hemos llamado para consolarnos, recordando anécdotas, compartiendo la sensación de no saber cuándo volveríamos. Nos llegamos a plantear dejar las funciones hasta la finalización de la pandemia, pero hace falta hacer teatro por poco que se pueda. Hablo tanto como actriz, como espectadora. Es alimento para el alma y salud mental.
Si algo bueno me ha traído el confinamiento es que me ha hecho relativizar el querer ser perfecta y hacerlo todo bien.
Los monólogos de la vagina se han representado durante más de 20 años y en más de 100 países. Y la obra sigue tan vigente y adaptable como el primer día. Entonces, ¿se podría adaptar en tiempos de COVID para retransmitirse en “streaming”, por ejemplo? ¿Funcionaría igual con el público desde casa?
Quiero decir que no… Pero hay que adaptarse a lo que venga. Podría ser, pero se trataría de dos experiencias totalmente distintas. Tendríamos que hacer otra adaptación. Ahora ya hacemos una adaptación del texto original de Edu Pericas, que es el director, en la que actuamos coralmente, no todo son monólogos. Y hay un desdoblamiento de los personajes. La misma Ensler ha ido readaptando y reeditando la obra original. Tuvimos un dia de espectadora a la representante de la autora que nos dijo que nos podía pasar textos inéditos para actualizarla todavía más. Tiene mucha vida. Por suerte o por desgracia, es muy vigente. Digo por desgracia porque es un tema con muchas aristas y mucho por reivindicar. La mayor parte es humor pero también hay escenas en las que hablamos del horror, por ejemplo, tratamos temas de violaciones, la manada… Es una obra con naturaleza coral basada en experiencias de muchas mujeres.
Además de la obra en la sala Aquarella, estás trabajando en TV3 en la serie Com si fos ahir, ¿cómo llevas compaginar teatro con televisión? Y si le sumamos el ser mamá, imagino que tiene que ser más que agotador tu día a día.
Es el signo de los tiempos. Estamos todos en mil cosas. Por suerte, estoy trabajando y eso es maravilloso. A veces tienes mucho trabajo, a veces no tanto. Pero hay que aprovecharlo y disfrutarlo. Lo llevo como puedo, sinceramente, además siendo madre divorciada y sola. Estoy entretenida. Si algo bueno me ha traído el confinamiento es que me ha hecho relativizar el querer ser perfecta y hacerlo todo bien. Llegamos a donde llegamos. Lo importante es estar conectada a una misma e intentar evitar el estrés.
Para finalizar, ¿cómo desearía Alicia que fueran estas navidades?
Deseo que toda esta estrañeza que estamos viviendo no nos haga perder el espíritu de amor que tienen estos días. Que estemos juntos a pesar de la distancia. Vamos a salir de esta, nos vamos a transformar a mejor. Espero que bajemos la suspicacia y nos cuidemos más los unos a los otros.
Me encanta esta actriz. La verdad es que me he fijado en ella en esta última serie de TV3 «Com si fos ahir». Es tan natural!! , espontanea, y con una belleza única!! Un beso!!
FELICIDADES LORENA POR ESTA ENTREVISTA!!
Es fantástica! Gracias por seguirme y tus comentarios. Feliz año 2021, que pronto podamos vernos Maribel.