«Si cultivamos el género lírico desde el colegio, estaremos fomentando un público que vendrá luego al teatro».
Hablar de ópera es, para muchos, hablar de un género artístico bastante desconocido. También para mí es una modalidad de la que me gustaría aprender más. Por eso, me resulta tan interesante contar con María Bayo, la primera cantante lírica que pasea por enescena.net, muy conocida para los amantes de la ópera, y deseosa de presentarla a todos aquellos que quieran acercarse un poco más a esta expresión musical.
María Bayo es una soprano navarra, con una extensa trayectoria a nivel internacional como intérprete de ópera, zarzuela, barroco y música clásica. Empezó de pequeña cantando jotas en el coro de su pueblo, la Coral de Cintruénigo. Aprendió nociones de solfeo en la escuela con las monjas, tocando la guitarra. A los 17 años inició sus estudios en Pamplona, con Edurne Aguerri, quien le enseñó una técnica muy germánica en la visión de la ética musical. Cursó la carrera de Música en el Conservatorio Pablo Saraste, decepcionada por no conseguir plaza para tocar la guitarra, por eso se apuntó a canto, con la idea de poder formar parte algún día de la Coral de cámara de Pamplona. Para entonces, no tenía más pretensiones que cantar Mocedades y ya le pareció increíble interpretar su primer dúo de Bach en el Conservatorio. Y como le gustaban los niños, también estudió puericultura.
Al finalizar, se trasladó a Alemania para seguir formándose y despegar en el mundo profesional. Fue allí donde consolidó su aprendizaje y técnica, amplió su repertorio y empezó a montar sus primeras óperas. Durante esos años, obtuvo la base de su carrera artística y forjó un rigor y disciplina musical que, según ella misma dice, van intrínsecamente unidos a su carácter latino. Su voz privilegiada de soprano lírico-ligera pronto evolucionó a una vocalidad lírico-pura, con un amplio registro de agudos y sobreagudos que la situaron entre las más brillantes y prometedoras del momento.
Un trampolín para su fama fue ganar el Concurso Belvedere de Viena, que le ofreció la posibilidad de participar en producciones e impulsar su carrera profesional. Como anécdota, destacar que su experiencia en concursos no es sólo como participante, pues también ha sido jurado en diferentes concursos de jóvenes talentos.
La intensa educación recibida proporciona a Bayo un trabajo técnico, estilístico y una gran expresividad. Su marcada personalidad, en coherencia con su trabajo, el tiempo y consigo misma, la convierten en una artista insaciable y perseverante. Olvida la guitarra y convierte su excepcional voz en su instrumento, un instrumento que cuida como un tesoro, intentando día a día mantener su color y vibración sanos, más allá de las prisas o los roles de personajes que ha rechazado por su vocalidad. Tal es su buen hacer, que el día antes de una función, lo pasa sin hablar con nadie para cuidar de sus cuerdas vocales pero, sobretodo, para cuidar de su público.
Su debut en Londres, Pisa, Saint Gallen y Lucerna se produjo con la ópera Chérubin, de Jules Massenet. Destacan también sus trabajos de Bizet, Donizetti, Händel, Verdi y, sobretodo, Rossini y Mozart, los dos compositores que ha representado con mayor asiduidad. Como se puede ver, durante su carrera ha abordado repertorios variados, desde el barroco a la zarzuela o la gran ópera francesa, destacando sus ovacionados papeles rossinianos y mozartianos.
A su regreso a España, hizo una audición ante Teresa Berganza en su casa, cantando como Susanna de Las bodas de Fígaro. Era para entonces aún muy joven y osada, pero logró emocionar tanto a Berganza que, cuando causó baja Enedina Lloris, la cantante que interpretaba el mismo papel en la ópera de Mozart, Berganza no dudó un momento en dar el nombre de María Bayo. Fue con esa producción de Antoni Ros Marbà que Bayo se dio a conocer en España y la llamaron para cantar en la Ópera Bastille de París.
Tras su exitoso paso por Francia, aterrizó en Madrid con Rinaldo y Carmen, las dos con Berganza, con quien había iniciado una amistad y admiración que la ha marcado, no sólo personalmente, también en el ámbito profesional. La cantante no olvida que uno de los secretos de su éxito se basa en estar rodeada de profesionales que la han guiado con criterio y autoridad. Profesionales que han contribuido a la formación de un carácter exigente, perfeccionista, metódico, siempre en búsqueda de un rigor y plenitud musical y artísticos. Y, aunque parezca rígida y cautelosa, se considera valiente, con ganas de aprender, de trabajar en proyectos nuevos.
Como sucede con muchos artistas en nuestro país, Bayo tuvo que regresar a España, después de una temporada en Alemania, para ser valorada como la gran profesional que es. En el año 2002 fue distinguida con el Premio Príncipe de Viana de la cultura; en 2009, recibió el Premio Nacional de Música; y, el pasado diciembre, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.
Una de las peores experiencias vividas por Bayo fue ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, donde se vio las caras el año 2017 con la ABAO (Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera), tras su despido al considerar abusivas las condiciones pactadas. Bayo denunció a la ABAO por la rescisión de su contrato para cantar el rol de doña Elvira en cuatro funciones de Don Giovanni de Mozart. El juzgado le dio la razón, pero los daños morales y las lesiones al honor de la artista ya estaban causados. Por suerte, todo queda atrás y, parafraseando a Bayo: “cuando has vivido y hecho tanto, lo que te pide el cuerpo y la mente es estar bien, en armonía con todo y con todos”.
Tampoco fue el confinamiento uno de los mejores momentos para Bayo. Pero fue salir de casa y florecer con el disco Reflejos, una oportunidad para oírla cantando un repertorio muy poco conocido, con la música francesa, belga o sudamericana, a través de gran variedad de compositores como Lecuona, Bizet, Guastavino y Max Moreau.
Durante los últimos años, ha compaginado su actividad artística con la docente. Recientemente ha sido nombrada nueva directora del Centre de Perfeccionament del Palau de les Arts de Valencia. Aunque su cargo se iniciará el próximo curso, a partir de septiembre, este mes de marzo tendrá que incorporarse para las audiciones del nuevo alumnado. Recibe su cargo con gran ilusión y ganas de guiar a jóvenes que empiezan su carrera y ayudarles a aprender, como ella, a tener criterio, disciplina y técnica, tres de los aspectos que considera fundamentales para cantar en grandes salas y teatros.
Después de abarcar diferentes roles a lo largo de su carrera, María Bayo se pone ahora en la piel de Cleopatra en las tablas del Poliorama para interpretar Divina Cleopatra. Un papel que le viene como anillo al dedo tanto por la forma, estilo, su voz, como por el guión y montaje, elaborado en exclusiva y con forma propia para ella por el director Marc Rosich, el director musical Dani Espasa y producido por Anexa. Qué mejor manera de descubrir el género lírico empezando por este pequeño recital para los no entendidos y de disfrutar de nuevo, en un escenario, para los grandes amantes del género en los tiempos que vivimos. Sin excusas: ¡todos al teatro!
Buenos días, María Bayo, encantada de saludarla y poder conversar con una de las grandes voces de lírica que tenemos en España. Empecemos por aquí: qué complicado llegar a hacerse un lugar en nuestro país con un género como la ópera… ¿se siente realmente valorada después de más de 30 años de carrera profesional?
Es muy difícil, y más cuando yo me marché. De hecho, por eso me marché. Como veremos en la obra Divina Cleopatra, en la que cuento un poco sobre mi vida, los primeros años fueron complicados. Me fui a Alemania para seguir trabajando y estudiando. En España, cuando has hecho carrera fuera, te traen y te valoran de verdad. Hablamos de hace más de 35 años y, aunque la situación ha cambiado bastante, estamos a años luz de otros países en los que la cultura creo que se valora mucho más. Se han hecho muchos esfuerzos, pero esta crisis generada por la pandemia, nos ha dejado unos restos que ya veremos cómo remontamos.
Con la cultura y el arte vamos creciendo, son totalmente necesarios y, además, son los que nos ha mantenido durante el tiempo que hemos estado en confinamiento.
Volviendo a la formulación de la pregunta: entonces no se trata de que sea complicado hacerse un lugar en la ópera sino que es complicado en España.
¡Y en el extranjero también! Pero tuve suerte de participar en varios concursos en los que quedé finalista. Sobretodo el concurso Belvedere fue un trampolín para mí. No es fácil en ningún país. Como antes subrayaba, al ser española, no estás tan apoyada como quienes vienen del extranjero. Y cuando vienes de una carrera hecha de fuera, te valoran mucho más. No me puedo quejar porque he tenido todos los premios y el último, la medalla al mérito a la cultura donde se valora todo lo que he aportado con mi carrera.
Durante el confinamiento, tuve ocasión de ver el vídeo que difundió el Teatro de la Zarzuela en el que usted hizo una reivindicación sobre la importancia de la formación musical. ¡Cuánta verdad y valentía, casi atacante!
Si cultivamos el género lírico desde el colegio, estaremos fomentando un público que vendrá luego al teatro. Una de las quejas es que hay un público demasiado mayor, yo creo que es porque no se ha potenciado la educación musical en la escuela, que es donde se debe valorar. Si luego el niño no va por ese camino, no pasa nada, pero ya tiene una cultura para poder diferenciar y decidir si le gusta o no.
En mis entrevistas suelo preguntar siempre por cómo se ha visto afectada la cultura tras la pandemia. En su caso, además, me gustaría preguntarle ¿qué sucederá con la ópera? ¿Volveremos a ver un gran elenco en un Teatro como El Liceo o deberá reformularse el concepto de producción operística que ahora tenemos en mente?
Es complicado ver qué va a pasar. El otro día escuchaba en Francia a Kaufmann que decía que estamos atravesando un momento tan complicado para los cantantes y artistas que sólo están trabajando 40 personas dentro del mundo de la ópera… ¡eso es nada! Hay que replantearse qué va a pasar con nuestro género. Muchos teatros están cerrados. Tenemos la gran suerte de que en España están haciendo grandes esfuerzos teatros como El Liceo, El Teatro Real o el Teatro de la Zarzuela para mantenerse abiertos. En Francia, donde yo tengo una casa, desde noviembre están todos cerrados. En la Ópera Bastille de París oí que van a ofrecer programación en streaming y para mí no es lo mismo: no puedes palpar el espíritu que hay en la sala y lo que irradiamos los cantantes.
Siempre me ha parecido muy mala fórmula ofrecer un espectáculo gratuito, porque la gente no se da cuenta del valor del tiempo, dinero, esfuerzo y todas las capacidades del artista.
El pequeño formato que propone Divina Cleopatra podría ser un paso para mantener la ópera o es demasiado simple para el concepto de lo que es la ópera.
Demasiado simple. En la ópera están todas las artes juntas: teatro, coreografía, vestuario… Hay muchísimas personas trabajando, más allá de los cantantes, que somos quienes damos la cara ante el público. Eso es lo que da miedo: una producción de ópera cuesta bastante a nivel económico, por eso hay tantas coproducciones. Con Divina Cleopatra contribuimos a que el espectáculo y la música sigan vivos, a coste muy inferior. Pero no es lo que significa la ópera en sí. Que sigan, aunque sean puestas en escena pequeñas. Anexa tiene mucho mérito al seguir con sus producciones y seguir valorando que la cultura y el arte es algo esencial en nuestra vida. Con la cultura y el arte vamos creciendo, son totalmente necesarios y, además, son los que nos ha mantenido durante el tiempo que hemos estado en confinamiento. No nos damos cuenta pero se han producido discos, espectáculos o directos de manera gratuita. Y esto es muy grave. Nuestro trabajo no es gratuito porque tenemos que vivir. Yo recuerdo que, anteriormente, cuando me pedían una producción para transmitirla por la radio, nos pagaban unos beneficios, aunque no fuera demasiado. Ahora no: ahora parece que todo tienes que hacerlo gratis. Necesitamos tener nuestro sueldo como cualquier trabajador en cualquier empresa. Se está infravalorando nuestro trabajo al no darnos cuenta de lo que cuesta.
¿La nueva situación de consumo online ha favorecido las ventas de su nuevo disco Reflejos?
Está ayudando a tener una mayor difusión. A mí me hubiese gustado tener el disco físico, con su libreto. Con tanta difusión en las redes, llega a más personas. Y yo quería que tuviera un coste, aunque fuera muy pequeño, para darnos cuenta que esto cuesta. Cuando a mí me han propuesto pagarme para ofrecer un espectáculo gratuito, siempre me ha parecido muy mala fórmula porque la gente no se da cuenta del valor del tiempo, dinero, esfuerzo y todas las capacidades del artista.
En streaming no puedes palpar el espíritu que hay en la sala y lo que irradiamos los cantantes.
Susanna de Las bodas de Fígaro, Rosina de El barbero de Sevilla, Antonia de Los cuentos de Hoffmann, Ilia de Idomeneo. Y ahora Cleopatra, una Cleopatra muy inspirada en usted misma, María Bayo. ¿Cómo es esta Cleopatra dirigida por Marc Rosich y qué tiene de María?
Después de Master Class, Anexa me volvió a proponer participar en un espectáculo con una gran parte musical, más que actoral. Le propusieron a Marc Rosich hacer algo especial para mí. Una maravilla, pensar en algo sobre mí, mi vida y mis personajes. Se ha tomado el hilo de Cleopatra junto con las producciones que yo he hecho, recuperando un cassette que he encontrado durante el confinamiento. Hemos desarrollado una trama sobre la mujer valiente y fuerte que fue Cleopatra, sobre la mujer que soy yo misma en el momento de elegir esta carrera, que no es fácil, sobre mis comienzos profesionales. Entrelazamos música y texto para narrar el mito de dicha mujer histórica, sobre el mito que fue, por qué los hombres la han descrito con esta visión machista y nos muestran sólo su vanalidad y belleza. No nos explican que hablaba siete lenguas y era muy inteligente.
De alguna manera, le sucede lo mismo a Cleopatra que a María Bayo. Rigor, perfeccionismo, expresividad y mucha personalidad: con estas cuatro palabras definiría yo su carrera profesional. ¿Diría que son “malas lenguas” o buenas las que también la describen como intransigente y rígida? Porque para mi, no son cualidades despectivas, si me permite. Al contrario.
Efectivamente, sí que nos sucede un poco lo mismo. Intransigente entendido como que yo quiero que las cosas sean como deben ser: siempre perfectas. O intentar llegar a esa perfección. En cuanto a rígida, yo no creo serlo. Simplemente que me gustan las cosas bien hechas, con autoridad, con tiempo, con sosiego, con criterio y con ciertas reglas. Si eso es ser intransigente, sí, lo soy. Hemos trabajado esta obra durante mes y medio y hemos vuelto a ella con más de una semana de ensayos antes de presentarla. Y aún así, nunca está perfecta. Me catalogo como una mujer con unos ciertos criterios muy precisos.
Me catalogo como una mujer con unos criterios muy precisos. Me gustan las cosas bien hechas, con autoridad, sosiego y unas ciertas reglas.
Un montaje con mucho humor, ironía, una muerte en directo muy “operística” y también un guión con textos shakesperianos. Me da que va a ser un caramelito dentro de la programación de Anexa.
Una ironía muy elegante, con sutileza. Con una muerte hablada y cantada. Es muy bonito este montaje. Un espectáculo que pasa muy rápido, con una parte muy eclíptica. La primera parte es barroca y luego pasa a Piazzolla, Massanet, Kurt Weill… todo un viaje.
Es importante destacar que Divina Cleopatra no se ofrecerá en sesiones continuas, que para cuidar su voz, necesita un descanso entre función y función. He llegado a leer que incluso el día antes de una función, no habla con absolutamente nadie. ¡Admirable!
Hay que guardarse. Hoy es una excepción hacer esta entrevista (risas). La voz es muy frágil, hay que proteger nuestras cuerdas vocales. Y hay que estar en una buena forma física también.
¿Y después de Divina Cleopatra? Es difícil hacer planes en la actualidad, pero le he leído decir que le gustaría cantar Händel o La voz humana de Poulenc. ¿Tiene algún proyecto entre manos?
Estamos preparando una grabación con un espectáculo que se llama Latinos, con un grupo francés de piano, violoncello, acordeón y saxofon. Son piezas de autores latinoamericanos que queremos intentar grabar en julio. Pero no es fácil… También me gustaría abordar otros personajes händelianos, porque creo que en estos momentos mi voz está preparada para esos personajes un poco más dramáticos. Seguir haciendo Poulenc, con La voz humana. También tengo previsto hacer un concierto en Pamplona a finales de junio.